The End revivió la magia de Pink Floyd

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Pink Floyd - Tocando en Obras.

Tras 18 meses sin pisar un escenario, The End volvió a tocar en vivo nada más y nada menos que en Obras. Un show histórico en el que celebraron sus 30 años con lo mejor del repertorio de Pink Floyd. 

Ya no hay gente agolpándose en la puerta para entrar ni grupitos tomando cerveza en la esquina haciendo tiempo antes del recital. Tampoco hay que esperar horas para que arranque el show ni para salir del lugar una vez concluido el mismo. La palabra “pogo” parece haber quedado los anaqueles de los recitales AP (Antes de la Pandemia) y ya no es posible amontonarse frente al escenario para ver mejor al cantante o para apreciar de cerca los solos de guitarra.

Tras más de un año sin poder tocar en vivo (a excepción de los shows vía streaming), hace poco las bandas volvieron a los escenarios y a reencontrarse con su público, y quizás nunca nos habíamos dado cuenta de lo importante que era eso hasta que el Covid-19 nos cambió para siempre. Volver a experimentar la sensación de escuchar una canción en vivo, de ver a los músicos desplegar su arte y disfrutar por un par de horas de la música es una de las sensaciones más maravillosas del mundo. Sobre todo cuando en el escenario se encuentra una banda de lujo como The End, que además cumple 30 años celebrando la música de Pink Floyd.

Volver a vivir

La última vez que The End había tocado en vivo había sido un año y medio atrás. La industria del espectáculo y la música fueron las que más sufrieron las restricciones impuestas para evitar una ola de contagios. Por eso este concierto tuvo cierta mística y se sintió como un grito de desahogo después de tantos meses encerrados. La banda pudo reencontrarse con sus seguidores y la velada fue un “volver a vivir”.

Con estrictos protocolos (control de temperatura y alcohol en gel en la entrada, burbujas de cuatro personas tanto en el campo como en las plateas) y cumpliendo a rajatabla el horario pautado, el regreso de The End fue una bocanada de aire fresco tras varios meses de angustia.

A las 19 h en punto las luces se apagaron, una voz en off repasó las reglas de distanciamiento y cuidados, y comenzó a sonar la inconfundible introducción de ‘Shine on You Crazy Diamond (Parts I–V)’ acompañada por un juego de luces sobrio e imágenes surrealistas en una pantalla redonda similar a las que usaba Pink Floyd en sus presentaciones.

Acto seguido, la icónica grabación de ‘The Little Boy that Santa Claus Forgot’ (Vera Lynn) dio paso a ‘In the Flesh’, la canción que abría el álbum “The Wall”. y pegado ‘Another Brick in the Wall (Part 2)’ con un solo a cargo de Mariano Romano que le hizo justicia al original de David Gilmour.

―¡Buenas noches! ¿Cómo están? ¿Qué tal esas burbujas? No rompan las burbujas―dijo el cantante Gorgui Moffatt, visiblemente emocionado―. No tienen idea de lo desesperados que estábamos por volver a tocar, canten todo lo que puedan, descontrolen dentro de la burbuja.

The End - Gorgui Moffatt cantando entre el público.
Emocionado, el cantante bajó al campo en algunas ocasiones para hacer cantar al público. Autora: Ailín G.C.

El hechizo mágico de Pink Floyd

Los aplausos resonaron en todo el lugar y se acrecentaron cuando el sonido acompasado del piano de Hernán Simó dio lugar a ‘The gunner’s Dream’ con ese solo de saxo a cargo de Martin Lopez Camelo tan conmovedor como místico. Del bajo machacante de ‘One of These Days’ al delirio de ‘Time’, el concierto continuó con la épica ‘The Great Gig in the Sky’, con Loli Alvarez y Alejandra Peralta recreando a la perfección la intervención de Clare Torry con una potencia arrolladora.

La segunda parte del show comenzó con ‘Have a Cigar’, ‘Money’ y una larga y lisérgica versión de ‘Echoes’. Esta última sufrió de algunos pequeños detalles técnicos, casi imperceptibles, pero sirvió para que cada uno de los integrantes del conjunto se luciera. Las luces acompañaban cada una de las melodías que iban sucediéndose con pocas interrupciones mientras de fondo se proyectaban parte de los videoclips originales de Pink Floyd.

Ojalá estuvieses acá

A continuación, llegó el momento más emotivo de la noche, con ‘Wish You Were Here’ coreada a viva voz por todo el estadio, algún que otro celular asomando a lo alto y el llanto desconsolado de aquellos que, bajo el contexto actual, perdieron a un ser querido con quien hubieran deseado compartir ese momento mágico y sublime. Gorgui aprovechó la ocasión para bajar del escenario y caminar entre las burbujas donde eligió al azar a algunos espectadores para que se animaran a cantar el estribillo.

The End - The End al terminar el show.
Tras dos horas exactas de show, el grupo se despidió con una gran versión de ‘Comfortably Numb’. Autora: Ailín G.C.

‘Brain Damage’, pegada a ‘Eclipse’, igual que en “The Dark Side of the Moon”, nos llevó directo al cierre del concierto. El final fue con ‘Run Like Hell’, la introspectiva ‘Coming Back to Life’ (joya oculta de “The Division Bell”) y la infaltable ‘Comfortably Numb’, con Matías Dietrich y Mariano Romano intercambiando los solos de guitarra demoledores con un detalle increíble.

Apenas el reloj marcó las 21 h, la banda concluyó el espectáculo y se despidió con la alegría de haber vuelto a tocar. El público refrendó esa entrega y profesionalismo con aplausos y una gran ovación. Era necesario volver a conectar con la música en vivo, para las bandas y para quienes las siguen. Ojalá este haya sido el puntapié inicial de una nueva etapa para The End, con la vuelta al vivo. Mientras tanto, los ecos del show y las melodías de Pink Floyd seguirán resonando en la cabeza de sus fans.

Fotografías cortesía de: @phailingcfotografias

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